El tema de los cuerpos sutiles es algo que afecta a
todos los practicantes que trabajan con la energía y tiene que ver con el
sentir, el visualizar, el percibir. Vamos a ir al principio. Por
ejemplo, cuando el bebé nace, no tiene realmente estructurado, a un nivel
vibratorio, el cuerpo emocional: llora, quiere comida, grita, si come se
tranquiliza… Las emociones no tienen control, no hay estructura que las
controle, no hay nada mental que las controle. Las emociones están fuera de
estructura. A medida que el bebé crece, va estructurando el cuerpo emocional,
poco a poco, aunque las emociones siguen sin control (grita, tira cosas o las
rompe, etc.) y se utilizan para comunicar lo que uno quiere y lo que no. A
medida que el niño va llegando a los 6 y 7 años, se va estructurando poco a
poco el cuerpo emocional, y si quiere algo o no, lo dice, se empieza a
controlar emocionalmente y administra las emociones mejor.
El cuerpo emocional es también el nivel que ayuda
al individuo a sentir. El bebé, desde el vientre, siente si la madre está
tranquila, nerviosa, escuchando música, si los padres quieren hacer un aborto o
no, etc. El bebé siente todo, lo cual quiere decir que hay un nivel emocional
ahí presente pero no está estructurado para administrar esas emociones hasta
que uno nazca y crezca varios años.
Donde hay energía hay conciencia, y esa conciencia percibe y siente todo. Entonces, el sentir está ahí desde el principio, y claro, si el niño cuando nace o un poquito después, en esa familia hay problemas graves (el padre o la madre se pelean o cosas así), ese niño puede tomar la decisión de no querer sentir, porque está sintiendo algo que es doloroso y no hay manera de administrarlo adecuadamente, no puede decir: «esto es problema de mis padres, son adultos, no va a pasar nada, seguirán casados…». El niño lo percibe como algo que es el fin del mundo y que es imposible de administrar… Es demasiado. Entonces, claro, se sienten las emociones pero no hay manera de administrarlas. Por eso muchos psicólogos dicen que en los primeros siete años de vida es cuando los traumas realmente fuertes se instalan, porque es cuando el individuo no tiene recursos para administrar las emociones.
El cuerpo emocional es muy vulnerable porque uno
puede estar contento, y con una frase o un gesto o un toque… te cala para el
resto de la vida. Es muy frágil. Se va estructurando poco a poco, pero no está
garantizado que todos lo vayamos a estructurarlo bien. Hay personas que no son
capaces y se pasan la vida entera siendo «infantiles», como se suele decir, son
susceptibles, muy sensibles. El cuerpo emocional por naturaleza es frágil.
Aunque sea la persona más estructurada del mundo, sale a la calle, pasa algo y
se desquicia. El nivel emocional es frágil siempre: es mucho más
frágil en la niñez y se va solidificando gradualmente o estructurando hacia la
adolescencia o más allá, depende de cómo viva el individuo. El niño tiene el
potencial y se está desarrollando poco a poco pero no tiene información, por
eso siempre están preguntando el porqué de las cosas, porque necesita
información para trabajar el mental. A medida que el individuo va entrando en la
pubertad, de promedio, ya tiene unas responsabilidades que hacen que su cuerpo
mental tenga que desarrollarse más rápido, en el sentido de que hay una
necesidad urgente y tenga que pensar por sí mismo, tome responsabilidades, deje
de ser sensible al frío, al cansancio, porque si no se mueren.
Estoy observando que en las diferentes culturas,
según la latitud en la que se localicen tienen una configuración determinada.
Por ejemplo, en las partes más extremas del hemisferio norte los humanos para
sobrevivir allí han tenido que planear qué hacer durante todo el período en el
que no va abundar la comida y no va a haber luz. Por necesidad esa gente ha
tenido que desarrollar un cuerpo emocional fuerte, mientras que en otras
latitudes como aquí en España y más abajo, donde el clima es más cálido el año
entero, no hay cambios drásticos, se pueden obtener varias cosechas al año, y
esa urgencia por planear no se da. La tendencia es que personas de latitudes más
extremas, sea el norte o sea el sur, son más mentales. Pero, ¿qué sucede cuando
un individuo desarrolla un cuerpo mental muy poderoso? Que, como el cuerpo
emocional es el primero que se desarrolla, es como el cimiento para el cuerpo
mental. Si alguien desarrolla un cuerpo mental muy fuerte, es capaz de blindar
las emociones. El mental puede convertirse en una capa blindada que oprime al
nivel emocional. Y si su trabajo es muy mental, por ejemplo, un investigador,
un arquitecto, alguien que tiene que planear cosas y concebir en su mente
primero, antes de ponerlas en marcha, esa persona tiene tendencia a que en sus
prácticas utilice lo que administra mejor, que es su mente. He estado mirando que las personas que tienen
profesiones en las que hay que pensar mucho, planear mucho, administrar mucho,
son funciones que hace el mental sin necesidad de las emociones, o personas que
tienen muchas responsabilidades a largo plazo y tienen que estructurar, pueden
comenzar a investigar el tema del sentir y del imaginar.
Cuando una persona tiene el cuerpo emocional fuerte
puede pasar que sea frío emocionalmente, que es lo que pasó con el caso nazi,
en el que el mental hizo cerrar las emociones y llevo a cabo acciones
increíbles. Lo que sucedió en la Segunda Guerra Mundial
con el Tercer Reich es un ejemplo muy claro del mental predominando sobre el
emocional. Cuando llegaron los juicios de Nuremberg después y les preguntaron
cómo es que pudieron llegar a hacer aquello, la respuesta siempre era la misma:
«Seguí órdenes». Obviamente eso se hizo con el mental y el emocional cerrado,
si no, se hubieran cuestionado las cosas.
El mental puede ser tan fuerte que bloquea al
individuo a un nivel emocional, y claro, a la hora de hacer las prácticas internas, no hay combustible para el
desarrollo, no hay combustible para el cohete del espíritu, porque ese espíritu
trabaja con energía de las emociones de alta calidad. La persona mental tiene que investigar primero si
tiene esas condiciones que decíamos antes del tipo de trabajo, y después, en la
práctica cotidiana tiene que hacer un trabajo intensivo con ese poder mental
que tiene, porque el cuerpo mental puede ayudar a sentir. Tiene que hacer una
investigación más profunda del sentir. Cuando hace su práctica debe estar
atento a la temperatura tiene después de los estiramientos para empezar a
sintonizar con las diferentes sensaciones corporales, más allá de esa muralla
mental que se ha creado sin darse cuenta, y acceder al sentir. Otra cosa que
puede hacer es que, cuando llama un familiar o un conocido, intente percibir su
estado de ánimo; si está alegre, triste…El mental puede ser un recurso buenísimo para
sentir, porque tiene poder de enfoque. Uno tiene que investigar a fondo, porque
es una línea muy fina la que separa el imaginar y el sentir. Con unas cuantas
semanas el practicante puede tener indicios de que es capaz de sentir. De esa
manera, está abriendo el camino para el cuerpo emocional, para que sea igual de
relevante que el mental.
El mental trabaja con el cerebro, y éste es el mayor
consumidor de oxígeno del cuerpo, no produce energía, consume. Si la persona se
hace muy mental, el cerebro puede ser un dictador: pide energía y está
generando pensamientos todos los días hasta el momento de morir. La persona
mentalizada puede llegar a un punto en que el cerebro tiraniza al resto del
cuerpo. Y como el consumo de oxígeno que hace el cerebro acidifica la sangre,
le quita oxígeno, el organismo se hace más rígido, más tenso lo que pasa con la
acidez es que no se permite que las emociones fluyan, se expresen. Cuando uno
está muy mentalizado, a nivel químico las emociones no fluyen por falta de
oxígeno. Por tanto, se está afectando a todo el cuerpo y se puede convertir en
un problema serio.
El
equilibrio es la clave. Equilibrio entre lo mental que imagina y enfoca y lo
emocional que siente y percibe. Sólo así podremos profundizar realmente en las
prácticas y asegurarnos de que vamos por el buen camino. Si no, ¿para qué
seguir practicando?
Juan Li