15 mayo 2020

humanista: el trauma vicario puede pasar desapercibido

Cuando estamos expuestos a situaciones desagradables se agita inevitablemente nuestro estado interno apareciendo la tan conocida ansiedad o angustia. Sin embargo, aún no estando físicamente presente, nuestro cuerpo tiene la capacidad de registrar sensaciones similares, como si allí hubiese estado. Hay múltiples estudios que explican este fenómeno y no me voy a detener ahora, pero tiene que ver con nuestro sistema de conexión social humano y la estrategia de vinculación necesaria para la supervivencia.  


Aunque los desencadenantes sean poca importancia podrían también producir un efecto acumulativo si se va repitiendo en el tiempo. Pero cuando son de gran impacto, como una situación de alarma semejante a la actual pandemia, los efectos pueden ser realmente traumatizantes. A este fenómeno se le ha llamado fatiga por compasión o desgaste por empatía y aunque los términos reflejan muy bien el fenómeno, actualmente se le ha denominado trauma vicario.

Por lo tanto, el trauma vicario sería un desgaste emocional que afecta a los profesionales y voluntarios de la atención sanitaria y todas las personas que trabajan diariamente con el sufrimiento y la vulnerabilidad humana. En estos momentos podríamos decir que es una gran parte de la población afectada y a todos ellos se les debería considerar como víctimas secundarias.

Algunas señales psicológicas son:
-imágenes o pensamientos invasivos que aparecen en la mente sin control,
-problemas de concentración,
-sueño agitado,
-expectativas no realistas sobre mí mismo.

Entre las señales emocionales y relacionales podemos encontrar:

-desesperanza,
-aumentos de no poder tolerar emociones fuertes,
-rabia, repulsión, miedo,
-cambios de humor con agitación, impaciencia, sintiéndose necesitado,
-aislamiento,
-dificultad para separar el trabajo de la vida personal,
-sensación de estar desconectado de los demás, aunque exista comunicación,
-conductas adictivas.

Por último, en las sensaciones físicas encontramos:

-dolor recurrente de cabeza,
-problemas gastrointestinales,
-fatiga sin motivo claro.




Lo cierto es que por el hecho de estar sensibles al dolor del otro, cualquiera puede vivir o haber vivido estos síntomas y permanecer en un aturdimiento general, sin saber bien el porqué de los síntomas que se están viviendo.

¿Qué podemos hacer al sentir estos efectos?
Primero y muy importante, observa con atención y cariño hacia ti lo que hay y comunícalo. Habla con personas en quienes tienes confianza y nombra tus síntomas y emociones, dale valor y siéntete escuchado por quien te quiere. La meditación, la respiración o cualquier otra técnica que te ayuda a estar en el presente y en conciencia plena es un buen recurso. 
En cuanto reconozcas que los síntomas aumentan pídele a alguna persona cercana que esté atenta para registrar los signos más visibles y poder así estar más consciente de los cambios. Ojalá, tus compañeros de trabajo o tu jefe sean lo suficiente empáticos para entender que estás en riego y habla con ellos si necesitas apoyo emocional en las horas dedicadas a tu actividad profesional. 

Algunas herramientas son útiles de manera general y comentaré las que creo que han funcionado mejor a lo largo de mi experiencia en el acompañamiento. Sin embargo, es el ejercicio de escucha personal el que te llevará a encontrar tu recurso principal y sentir el control que necesitas hasta encontrar la solución. 

Escucha tu ritmo, elige y trátate mejor
RITMO: ¿actúo demasiado rápido? ¿este nivel de intensidad es cómodo para mí? ¿tengo espacios para reflexionar y recuperarme?
ELECCIÓN: ¿dónde estoy poniendo mi atención? ¿qué puedo soltar para sentirme más aliviado? ¿qué puedo pedir y no suelo hacer? ¿qué necesito aceptar que quizás me niegue a reconocerlo?
ESTIMA: ¿qué mensajes me doy continuamente? ¿puedo recordarme que soy lo suficientemente bueno en lo que hago y que no estoy fallando, solo me estoy cuidando? ¿estoy pasándolo muy mal por enfrentarme a esta situación ahora? ¿es realmente necesario que me posicione o estoy intentando salvar la situación?

Entra en coherencia cardíaca
Cuando te concentras en tu respiración ayudas a calmar tus reacciones corporales y creas un espacio de mejor comprensión de lo que te está ocurriendo. 
RESPIRACIÓN CENTRADA EN EL CORAZÓN: respira de manera fluida buscando equiparar el tiempo de inhalación con el de exhalación sin hacer pausas, en un ritmo continuo. Una vez que alcances un estado de conexión interna suficiente, visualiza que es a través de tu corazón desde donde respiras, ampliando el espacio en tu pecho. Finalmente, lleva a tu mente un momento de agrado y gratitud. Puedes pensar en un momento vivido con amigos, familia o pareja, pensar en el animal que amas y te acompaña, un momento de logro o simplemente respira con una sensación de amor. Sentirás un cambio interno, rastréalo. Todo cambio provoca una nueva fisiología, una nueva emocionalidad y también una nueva manera de pensar el mundo. Disfrútalo.