acerca de mi visión


El Ser Humano tiene infinitos potenciales de realización, siendo la clave una buena comunicación entre lo que pensamos que queremos conseguir, lo que sentimos hacia ello y lo que nuestro cuerpo procesa de una manera respetuosa con el biorritmo personal. Es decir, que la mente esté en conexión las sensaciones del cuerpo, que la interacción emocional de nuestro ego no esté en fricción con nuestro propósito de vida. Queramos o no volvemos siempre a la comprensión amorosa de nosotros mismos, en la que todo se interrelaciona y hay que considerarlo por igual. 

En el proceso de cambio que he observado en mi camino personal y que observo en las personas a las que facilito ayuda hay una necesidad de indagación en diferentes niveles sea cual sea la problemática. En ciertas personas, quizás todo se relaja por expresar una creencia, de manera que existe una emocionalidad asociada que implica posiblemente emociones parásitas y bloqueos de expresión. Tanto la creencia como la emoción afectarán a la fisiología del cuerpo alterando su funcionamiento, expresándose como una contractura muscular, hipertensión arterial o una simple dermatitis. Y también, al contrario, un traumatismo en una rodilla en un accidente de coche es algo a tratar claramente con un traumatólogo, pero los miedos que se despiertan, las antiguas memorias de lesiones en la misma zona, la inseguridad al caminar con dolor después de largo tiempo, se presenta sin preguntarnos y algo profundo interno queda agradecido cuando se miran las diferentes facetas de nuestro Ser por igual. En este sentido, los mapas corporales son un gran canal de acceso a la historia del cuerpo. Desde una terapia que integra lo corporal, se ayuda igualmente a la curación emocional y la integración saludable de las palabras que te dices a tí mismo, al mismo tiempo que se procesa la memoria celular. Psique y Soma en la misma danza hacia el cambio.

En el acompañamiento que propongo, la primera fase es el vínculo afectivo del equipo de trabajo: terapeuta y paciente. A través del trabajo del vínculo, se consigue una sensación de tranquilidad, que soporta cualquier proceso emergente. Y una vez establecido ese espacio de confianza es cuando cuando en la relación entre el terapeuta y el cliente se llegan a equilibrar los tres componentes principales del proceso:                
a) el recuerdo de un hecho notable del pasado o la narración de una experiencia abrumadora presente,                 
b) la expresión de la emoción asociada y                 
c) la liberación de la manifestación física registrada en el cuerpo.

De esta menera, según mi experiencia profesional, el trabajo psicoemocional, acompañado de un trabajo corporal de autoobservación, crea una sinergia potente y saludable que apoya con mayor facilidad el proceso de cambio. Lo importante será siempre la coherencia del diagnóstico y del tratamiento a seguir tanto en el profesional como en el cliente. Para ello, es muy importante que cada vez estemos más informados del tratamiento que recibimos y sentirnos responsables de su acción en nuestro Ser. El gran paso está en salir del victimismo pasivo hacia un adulto consciente de las posibilidades de transformación y que además lleva a cabo su proceso con responsabilidad y la fuerza de ver el cambio cada día. En definitiva, el camino será válido si ayuda a la persona a encontrar sentido en su vida.

Por otro lado, está el respeto por el tiempo de cada individuo. Todos nosotros estamos en fases distintas de nuestro desarrollo. Todos nos merecemos un respeto por quienes somos y por el lugar que ocupamos en cualquier momento. Cada uno de nosotros ha de hacer su propio viaje y nuestros caminos pueden ser muy diferentes y aun así llegar al mejor destino.

Brevemente, las 4 propuestas de cambio son:

  • humanista: se centra en el cliente fomentando su autonomía y ayudándole a desarrollar sus capacidades y su vocación; el contexto terapéutico favorece una relación más adulta donde el ser humano desarrolla la capacidad para comprenderse a sí mismo y resolver sus problemas.
  • sistémica: este enfoque se centra en las relaciones tanto familiares como laborales desde una causalidad circular y basada en los contextos; la visión interactiva acabará ordenando al individuo en unos fenómenos de retroalimentación y así, alcanzar el equilibrio.
  • bioenergética: propone la consideración de la fuerza vital del ser humano en un sistema de energía sutiles que ayudan a mantener el equilibrio entre mente y cuerpo; cualquier suceso traumático en la vida de un individuo provoca un bloqueo de esa fuerza vital y energética en su cuerpo afectando, por ejemplo, a su claridad mental y la gestión de las emociones con irritabilidad. Esta terapéutica holística unifica los diferentes niveles interdependientes en un campo relacional inclusivo: la consciencia.
  • transpersonal: como continuación de la psicología humanista pretende orientar al cliente en la búsqueda de su sentido, en relación a la realidad y su propia vida; para el estudio y la evolución de la conciencia se proponen teorías y métodos de todas las culturas del Hombre, como el Budismo, Advaita Vedanta y la autoobservación.