20 abril 2012

bioenergética: la intervención terapéutica desde la Sintergética

     
Sintergética es el término que ha elegido el Dr. Jorge Carvajal para denominar su propuesta de sabiduría y salud. Deriva de la bioenergética y engloba todos los sistemas terapéuticos que trabajan con la energía, por tanto, esta propuesta incluye las medicinas y filosofías de oriente y occidente. 

La Sintergética integra los opuestos, haciendo de la unión de la medicina occidental y de las sabidurías milenarias de oriente una síntesis de salud, muy científica y muy humana a la vez.

El paradigma reduccionista que ha marcado la pauta durante los últimos años nos ha llevado al separatismo en su obsesión por analizar; de tal forma, que las personas hemos sido tratadas como órganos y síntomas en vez de cómo seres integrales que somos. La Sintergética propone recuperar la visión integral.

Actualmente, desde la biología y la física sabemos que somos patrones de información, en el universo todo es información y la información es conciencia. Desde esta nueva perspectiva la medicina sintergética recurre a la Medicina china de la cual toma los conocimientos de los cinco elementos, los meridianos y puntos de acupuntura (sin que sea necesario el uso de agujas), al Ayurveda con las doshas (vata, pita y kapha) de donde extrae la relación con el paciente a través de los pulsos, además de los nadis y los chakras. También integra conceptos de la Medicina antroposófica y, sobre todo, tiene en cuenta toda la sabiduría de la Teoría de biocircuitos y biorresonadores, además de la Auriculoterapia del Dr. Paul Nogier.

Como la Sintergética trabaja con las leyes de la conciencia tratando de facilitar la correcta distribución de la información, ha de utilizar para ello modernas herramientas, como son los sistemas RAM (amplificadores de resonancia mórfica), el softlaser, que es un láser blando de baja frecuencia, el autonosode, campos electromagnéticos, el color, el sonido y el desarrollo de la neurosintergia. Una herramienta más que utiliza la Sintergética, quizá una de las más importantes, es la sanación. En la sanación se reúnen terapeutas y personas de buena voluntad para, en un acto de servicio, intentar restaurar la energía con amor y ciencia.

Todo lo anteriormente citado va unido a un conocimiento profundo de lo mejor de la psicología humana, tiene en cuenta los sistemas de creencias y valores, el entorno sociocultural y, sobre todo, la historia de vida de la persona. Esto es así ya que el síntoma o la enfermedad es, simplemente, un señalador, una alarma que indica que algo falla en el conjunto del ser humano. Tratamos de ver la enfermedad como un mecanismo de aprendizaje para crecer como seres humanos y aportar a la vida aquello que se espera de nosotros. Esto convierte al paciente en protagonista tanto de su enfermedad, como de su recuperación. Convierte al terapeuta en un acompañante, en un guía que ha de poner al servicio del paciente todo lo que conoce para poder ayudarle en su camino. Esto conlleva, por parte del terapeuta, un adecuado trabajo con su carácter para poder ayudar desde una correcta visión, correcta escucha y correcta palabra. Como bien dice el Dr. Carvajal, el terapeuta ha de ayudar a elevar los ojos del paciente al alma.

En definitiva, la Sintergética va más allá de una propuesta terapéutica, es una filosofía de vida aplicable a todos los campos de interacción humana: salud, educación, economía, política, … proponiendo correctas relaciones a través de un crecimiento personal que nos permita evolucionar de manera armónica con la cambiante cadena de acontecimientos cada vez más rápidos e imprevisibles que nos está tocando vivir, pudiendo convertirnos en cocreadores de realidades, en vez de ser víctimas de los acontecimientos.

Te recomiendo ver el siguiente video:  http://vimeo.com/38227804

09 abril 2012

transpersonal: renacer desde un ego desactualizado

     
La primera toma de conciencia establece una distancia infinita entre YO y mí mismo. Tengo pues que  recuperarme, re-crearme, volver a comenzar. ¿Pero qué escoger? Un nuevo universo, establecer en mí valores de libertad, de alegría y de generosidad. A la mesa de la amistad no nos alimentamos solo de pan y de alimentos, sino sobre todo de amistad.  Es un símbolo de un segundo origen, de la adhesión al nuevo nacimiento; ser hombre es escogerse, armonizar todo su ser a fin de que cante y sea para todos los seres una fuente, una amistad. Es algo muy grande sentir que la toma de conciencia nos invita a trasfigurar el yo en un llamado de generosidad y libertad. Eso vale para nosotros, para nuestra casa, nuestra comida, para el pensamiento. Y vale para nuestro cuerpo.
Estamos acostumbrados a hacer una distinción simplista entre el cuerpo y el alma. La materia tal como la experimentamos, la conocemos solo bajo forma de pasión. El biólogo y filósofo Jean Rostand dijo sobre la actitud ante la vida inconsciente: "El que ha perdido la capacidad de respeto ante la vida biológica es como si estuviera muerto".  Rostand desde una postura mate­rialista, tiene una pasión ardiente por la verdad. Para los sabios el respeto de la verdad es tan importante que el cuidado que le dan a su cuerpo, y a su misma seguridad. Es pues, claro que para los sabios la materia no es un dato bruto sino que está impregnada de pensamiento. La mente encuentra su alimento en el universo y la ciencia jamás deja de ser diálogo. Y si miramos la materia que es el cuerpo, toda su belleza, es una potencia de símbolo. Una mano que estrechamos es todo un misterio en que encuentra su símbolo la amistad y eso es lo que hace su grandeza. Isadora Duncan un día que danzaba dijo: "No soy yo, no me miren a mí, es la idea". Su cuerpo era símbolo de una idea.
La única materia que podemos conocer es una materia en estado de movimiento, que simboliza una presencia. Cada uno modela su cuerpo según lo que elige para sí mismo porque cada uno irradia en el mundo del pensamiento y todo eso es un solo cuerpo y alma: un impulso hacia lo invisible.
Tenemos que nombrarnos totalmente: cuerpo y alma. Tenemos que enraizarnos en un mundo nuevo. La caña pensante de Pascal cuando habla del hombre. Operar la trasformación del punto que éramos en el universo, para hacer una polaridad de luz, de generosidad y alegría. También encontramos la corriente de la muerte. Es una tarea necesaria entender y liberarnos de la muerte, pues hay una muerte que es liberación en que todo se trasforma  en luz y amor, en que la vida es un cohete lanzado hacia a eternidad.
Hay que reconocer el esplendor y la vocación del cuerpo y solo podemos transfigurarnos embelleciendo el cuerpo. El sentido de la mística no es envilecer el cuerpo sino reconocer en él un poder infinito de símbolo, el sacramento del espíritu y la divinidad. La primera revelación de Dios es siempre un rostro de hombre, y todos los textos estarían eternamente muertos si no vivieran a través de un rostro humano, es decir de un cuerpo divinizado. Tenemos pues que volver a crearlo como también volver a crear el pensamiento. Introducir en el cuerpo un impulso de vida y amor contra el impulso de la muerte.
No hay duda de que el cuerpo está llamado a esa trasfiguración, y toda la pureza quiere decir: ¡El cuerpo es un misterio divino y sagrado! ¡No le hagan daño porque todas las fibras de su ser están llamadas a vivir de la divinidad! Entonces se entiende que en este sentido la muerte está vencida, evacuada. Sentimos que cuando el hombre salva solo su piel, perece. El que sacrifica su piel, el mártir, el héroe, pierde su piel pero afirma la vida. Sentimos que el gran viviente ha escogido morir porque ha vencido la muerte.
El fin de todo es que no hay fin, que la vida resucita. Ahí llega el segundo nacimiento: morimos de una muerte que no es disolución sino liberación en que se encuentra el último grado de un amor en que el cuerpo se ha hecho rostro del hombre, en que está listo para comenzar de nuevo. El ejemplo de Cristo en nuestra tradición nos muestra como entrar en la muerte para liberarnos de la muerte, porque venció la muerte, porque no la miramos como último nivel para entrar en la vida. Toda vida puede volver a comenzar y llegar al segundo nacimiento.
Recordemos el alba de la Resurrección y pensemos en el alba de un mundo que puede surgir de un nuevo origen. Conservemos el sentimiento de que el cuerpo está llamado a la vida eterna, que es sagrado y divino, y que debemos tratarlo con máximo respeto. El mundo en que nos introduce Cristo resucitado es un mundo transfigurado. La Pacua no es más que entender el triunfo de la vida en todas sus dimensiones.

Te recomiendo ver el video:  http://youtu.be/sY8tYSqs44U

06 abril 2012

humanista: salud y emociones

La salud humana es un complejo proceso sustentado sobre el equilibrio de factores bio psico-sociales, es decir, una persona sana tiene en equilibrio tanto su cuerpo como su mente en adaptación con su entorno. Sobre esta relación mente-cuerpo trata la medicina psicosomática, que se centra en el estudio de las interacciones entre los procesos psicológicos (mente) y la ocurrencia de ciertas enfermedades (cuerpo). Establecida esta relación, el psicólogo Robert Ader se dedicó a investigar como influyen ciertos procesos psicológicos y sus emociones asocidas en la salud (USA, 1974). Es así como nace un nuevo campo de investigación, la Psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI), que estudia los vínculos que existen entre el sistema inmunológico y el sistema nervioso central. Su mismo nombre reconoce las relaciones: psico o "mente"; neuro, que se refiere al sistema nervioso y endocrino a la interrelación con las hormonas como mensajeros químicos del organismo;  inmunología, que se refiere al sistema inmunológico. Ha sido utilizada para establecer posibles relaciones entre los factores de comportamiento y la progresión de enfermedad. Según Ader, hay una infinidad de modos en que el sistema nervioso central y sistema inmunológico se comunican, múltiples sendas biológicas que hacen que la mente, las emociones y el cuerpo estén íntimamente interrelacionados.

Se está descubriendo que los mensajeros químicos que operan más ampliamente en el cerebro y en el sistema inmunológico son aquellos que son más densos en las zonas nerviosas que regulan la emoción. A cargo de estas investigaciones está el psicólogo David Felten. Él comenzó notando que las emociones ejercen un efecto poderoso en el sistema nervioso autónomo (SNA), que es el que regula las acciones involuntarias, es decir, recibe la información de las vísceras y para actuar sobre músculos, glándulas y vasos sanguíneos. Detectó un punto de reunión en donde el SNA se comunica directamente con los linfocitos y los macrófagos, células del sistema inmunológico. Se descubrieron contactos semejantes en sinapsis de las neuronas. Este contacto físico permite que las células nerviosas liberen neurotransmisores para regular estas células (Goleman, 1996). Luego de diversos estudios, David Felten concluyó que sin esas terminaciones nerviosas el sistema inmunológico no podría responder correctamente al desafío de los microorganismos patógenos invasores. En resumen, el sistema nervioso no sólo se conecta con el sistema inmunológico, sino que es esencial para la función inmunológica adecuada

Otra vía clave que relaciona las emociones y el sistema inmunológico es la influencia de las hormonas que se liberan con el estrés. Las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y el cortisol, entre otras, obstaculizan la función de las células inmunológicas: el estrés anula la resistencia inmunológica, supuestamente en una conservación de energía que da prioridad a la emergencia más inmediata, que es una mayor presión para la supervivencia (Goleman, 1996).

Basándose en esto, se ha establecido la hipótesis de que el estrés y las emociones negativas, como la ira, la ansiedad y la depresión, podían ser la causa de ciertas enfermedades. Las investigaciones no han arrojado datos clínicos suficientes como para establecer una relación causal, pero sí se reconoce que, estas emociones, afectan la vulnerabilidad de las personas a contraer enfermedades. Asimismo, se investiga si las emociones positivas son beneficiosas a la hora de la recuperación de la enfermedad.

También, las emociones y la salud se relacionan cuando uno ya está enfermo, podemos ser emocionalmente frágiles mientras estamos enfermos porque nuestro bienestar mental se basa, en parte, en la ilusión de invulnerabilidad. La enfermedad hace estallar la ilusión de que nuestro mundo privado está a salvo y seguro. De pronto nos sentimos débiles, impotentes y vulnerables. La emoción más típica cuando estamos enfermos es el miedo.
Conocer las propias emociones es algo fundamental. Reconocer cuál es la emoción que estamos sintiendo, en el momento en que la sentimos es tremendamente útil, ya que nos permite un mayor conocimiento de nosotros mismos y también nos permite saber canalizar y expresar esas emociones hacia los demás de manera adecuada.