06 abril 2012

humanista: salud y emociones

La salud humana es un complejo proceso sustentado sobre el equilibrio de factores bio psico-sociales, es decir, una persona sana tiene en equilibrio tanto su cuerpo como su mente en adaptación con su entorno. Sobre esta relación mente-cuerpo trata la medicina psicosomática, que se centra en el estudio de las interacciones entre los procesos psicológicos (mente) y la ocurrencia de ciertas enfermedades (cuerpo). Establecida esta relación, el psicólogo Robert Ader se dedicó a investigar como influyen ciertos procesos psicológicos y sus emociones asocidas en la salud (USA, 1974). Es así como nace un nuevo campo de investigación, la Psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI), que estudia los vínculos que existen entre el sistema inmunológico y el sistema nervioso central. Su mismo nombre reconoce las relaciones: psico o "mente"; neuro, que se refiere al sistema nervioso y endocrino a la interrelación con las hormonas como mensajeros químicos del organismo;  inmunología, que se refiere al sistema inmunológico. Ha sido utilizada para establecer posibles relaciones entre los factores de comportamiento y la progresión de enfermedad. Según Ader, hay una infinidad de modos en que el sistema nervioso central y sistema inmunológico se comunican, múltiples sendas biológicas que hacen que la mente, las emociones y el cuerpo estén íntimamente interrelacionados.

Se está descubriendo que los mensajeros químicos que operan más ampliamente en el cerebro y en el sistema inmunológico son aquellos que son más densos en las zonas nerviosas que regulan la emoción. A cargo de estas investigaciones está el psicólogo David Felten. Él comenzó notando que las emociones ejercen un efecto poderoso en el sistema nervioso autónomo (SNA), que es el que regula las acciones involuntarias, es decir, recibe la información de las vísceras y para actuar sobre músculos, glándulas y vasos sanguíneos. Detectó un punto de reunión en donde el SNA se comunica directamente con los linfocitos y los macrófagos, células del sistema inmunológico. Se descubrieron contactos semejantes en sinapsis de las neuronas. Este contacto físico permite que las células nerviosas liberen neurotransmisores para regular estas células (Goleman, 1996). Luego de diversos estudios, David Felten concluyó que sin esas terminaciones nerviosas el sistema inmunológico no podría responder correctamente al desafío de los microorganismos patógenos invasores. En resumen, el sistema nervioso no sólo se conecta con el sistema inmunológico, sino que es esencial para la función inmunológica adecuada

Otra vía clave que relaciona las emociones y el sistema inmunológico es la influencia de las hormonas que se liberan con el estrés. Las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y el cortisol, entre otras, obstaculizan la función de las células inmunológicas: el estrés anula la resistencia inmunológica, supuestamente en una conservación de energía que da prioridad a la emergencia más inmediata, que es una mayor presión para la supervivencia (Goleman, 1996).

Basándose en esto, se ha establecido la hipótesis de que el estrés y las emociones negativas, como la ira, la ansiedad y la depresión, podían ser la causa de ciertas enfermedades. Las investigaciones no han arrojado datos clínicos suficientes como para establecer una relación causal, pero sí se reconoce que, estas emociones, afectan la vulnerabilidad de las personas a contraer enfermedades. Asimismo, se investiga si las emociones positivas son beneficiosas a la hora de la recuperación de la enfermedad.

También, las emociones y la salud se relacionan cuando uno ya está enfermo, podemos ser emocionalmente frágiles mientras estamos enfermos porque nuestro bienestar mental se basa, en parte, en la ilusión de invulnerabilidad. La enfermedad hace estallar la ilusión de que nuestro mundo privado está a salvo y seguro. De pronto nos sentimos débiles, impotentes y vulnerables. La emoción más típica cuando estamos enfermos es el miedo.
Conocer las propias emociones es algo fundamental. Reconocer cuál es la emoción que estamos sintiendo, en el momento en que la sentimos es tremendamente útil, ya que nos permite un mayor conocimiento de nosotros mismos y también nos permite saber canalizar y expresar esas emociones hacia los demás de manera adecuada.