18 febrero 2018

humanista: la información puede generar dispersión en la educación

El joven de nuestros días lucha a diario por mantener su concentración: En casa, le repiten sus responsabilidades; en la escuela le repiten las explicaciones y le recuerdan insistentemente las tareas para hacer en casa; en el entrenamiento, le gritan cada día lo que se supone que ya debería saber hacer para no entorpecer el juego y entre sus amigos...como es generalizado, se refugian en las pantallas táctiles y bromean con el despiste de unos y otros.


El gran secreto a voces todavía no asimilado en nuestra sociedad es que una mente en calma puede provocar bienestar en prácticamente cualquier situación. Diversos estudios neurocientíficos han demostrado que las estructuras del cerebro pueden cambiar en tan sólo unas horas en función de la emoción en la que estemos involucrados. Es inevitable que el adolescente se encuentre con la rabia de la injusticia o la tristeza de la frustración. Es el momento de transitar los límites en sociedad y de encontrar la veracidad en nuestros mecanismos sociales. Sin embargo, la ternura y la amabilidad pueden ser cultivados en cualquier edad, como nos indica Richard Davidson, investigador en neurociencia afectiva. Así, estimulando la ternura no sólo se mejoran los resultados académicos sino también su salud integral, pues conducen al joven hacia su madurez emocional y hacia un estado superior que la empatía: la compasión por el otro.

En el Centro de Investigación de Mentes Saludables de la Universidad de Wisconsin, han observado que el entrenamiento en meditación y la focalización en personas estimadas puede incluso reducir en acoso escolar. Con lo cual, si además de mejorar en la concentración las mentes de nuestros estudiantes, sembramos bienestar social y disminuye la agresividad, conseguimos un propósito de vida casi inimaginable en los centros educativos. 

El gran reto es ahora convencer a las nuevas tendencias educativas que no son las herramientas tecnológicas y las app de aprendizaje colaborativo las que necesitamos para la motivación general, sino cultivar la bondad entre los integrantes de una escuela para fomentar cerebros más sanos durante su maduración. Las investigaciones han probado que los circuitos neuronales que se activan en una actitud bondadosa y compasiva con el otro, están en resonancia con la zona motora. Por lo tanto, inducir al adolescente a estas acciones amables y consideradas con su compañero, le retroalimenta su capacidad de acción y a mayor bondad, más disposición para hacer algo en búsqueda del alivio del malestar. Es sabido, que todo adolescente convive con el malestar de la incomprensión, que podría ser calmado desde su propia serenidad y su gestión emocional con gran repercusión en el entorno.

Que la educación surge del amor, es un lema bastante repetido en las nuevas pedagogías y a la luz de la neuropsicología parece estar constatado.