11 noviembre 2019

sistémica: una mirada más amplia, una satisfacción más inclusiva


¿Alguna vez has pensado “esta persona es tóxica para mí”? ¿o quizás te decías “este compañero no sabe trabajar en equipo, va a la suya”? ¿Incluso te has sorprendido diciendo “este director no es claro y lo está complicando cada vez más”? Desafortunadamente, es más común de lo que parece y en muchas ocasiones lo miramos desde el individuo y no desde el equipo en su conjunto.

Como decía, la mirada suele dirigirse hacia la persona en concreto para mejorar el ambiente de trabajo. Es decir, el análisis más o menos exhaustivo de la persona que provoca el conflicto para ver si encaja o qué debería cambiar y en el mejor de los casos, la relación que tiene con el resto del equipo. La mirada sistémica nos propone mirar al grupo desde el inicio y observar los patrones de relación para entenderlos con más profundidad y realizar, en la medida de lo posible, los cambios más positivos para un mejor funcionamiento interpersonal. En muchas ocasiones nos guiamos por lo que vemos y descartamos lo que no se muestra; esta parte oculta precisamente, puede ser la clave para comprender los comportamientos recurrentes.

Cuando miramos individuo a individuo estamos perdiendo mucha información valiosa como, por ejemplo: qué relación hay entre ellos, cómo se escuchan, comunican y respetan. Una de las claves es averiguar si los diferentes integrantes del equipo persiguen un objetivo común por encima del beneficio individual, en definitiva, si funcionan como equipo. En la mayoría de los grupos humanos de relación laboral, esta última es la principal causa de fragmentación y pérdida de energía diaria. En consecuencia, la motivación desciende y aparecen los conflictos que pueden acabar en pérdidas humanas importantes.

Para adoptar esta mirada hay que reeducar la observación. Podemos hacernos preguntas como las siguientes:

  •  ¿con qué frecuencia hablan e interactúan? ¿existen tensiones?
  • Si llega a ocurrir un desencuentro en el equipo, ¿por qué hay personas que no intervienen y lo permiten? ¿qué puede faltar en el equipo para que una mejor gestión de las relaciones ocurra?
  •  ¿Se persigue un objetivo común?
  • ¿dónde recae el poder? ¿existe un buen liderazgo?
  • ¿hay distancia física o se evita el contacto visual entre algunos miembros?


Por otro lado, si te ves dentro de una red tóxica de relaciones es también importante observar las creencias que tienes sobre ti, sobre las personas y sobre el mundo que te rodea. Estas creencias influyen en gran medida en tu comportamiento favoreciendo determinadas conductas o bien inhibiendo ciertas actitudes. Es importante creer lo que sea útil y beneficioso para ti, ya que tus creencias determinarán tu realidad. Pero este tema ya lo hemos hablado en otras emergencias del blog.



Del autoanálisis y de un análisis sistémico se puede llegar a evidenciar un conflicto grupal con más conciencia y que el beneficio revierta en todos los integrantes. De esta manera, el mantenimiento de las relaciones saludables también será más prolongado y deseado.

“Los acontecimientos anteriores en un grupo y los sentimientos ligados a ellos están almacenados en un memoria colectiva”   Bert Hellinger

 “Si todo lo tomas personalmente, vivirás ofendido la mayor parte de tu vida. Recuerda que las personas no te hacen cosas: las personas hacen cosas y tú decides si te afectan o no”    Antoine de Saint-Exupéry

04 noviembre 2019

humanista: la desesperanza se disuelve tomando conciencia


El agotamiento psicológico es un estado de cansancio, donde la ansiedad crece de manera progresiva. Desgraciadamente, es un estado habitual hoy en día y con unas consecuencias devastadoras si se prolonga en el tiempo. No se trata solamente de un colapso mental, sino de un estado vital en el cual las emociones resultan abrumadoras y el cuerpo comienza también a agotarse, generando síntomas en cascada si no se toman medidas a tiempo.

Si alguna vez has pasado por un período prolongado de estrés, entenderás rápidamente estas palabras. La situación estresante puede deberse a la demanda de trabajo, a una relación de pareja o una crisis existencial importante en tu vida, todo de hecho es importante ya que si no fuera así, no lo estaríamos viviendo. Sin embargo, la manera de vivirlo es lo que acaba por derrumbar los cimientos internos, si no se escuchan las señales a tiempo.

Estar agotado emocionalmente significa sentirse impotente hacia el presente. No se puede pensar ni sentir correctamente, posiblemente el cuerpo tampoco coordine bien si se abandona el ejercicio diario en estos momentos. Es como si se viviese en piloto automático, como si la vida no te perteneciera. Puede parecer incluso que la vida no importa, nada más lejos de la realidad; sin embargo desconcierta tanto (bajo una hipersensibilidad o insensibilidad activada dependiendo de la estructura de personalidad) que se actúa como si todo fuera impuesto y además con la rabia subyacente de seguir haciéndolo.

El agotamiento emocional es más amplio que una mala época. Acumula una vivencia de frustración, baja motivación, impotencia y desesperanza que no se sabe por donde agarrar. De hecho, podría ser un componente o un precursor del agotamiento mental, en función de la persona y la situación. Todos tenemos un límite en cuanto a la complejidad que se puede manejar y es muy importante conocerlo con la mayor agudeza y detalle posible. Así cuando nos encontremos en los niveles de estrés que comienzan a afectar nuestra salud psicosocial, podremos tomar alguna decisión consciente al respecto.

Algunos indicadores para evitar caer en este abismo desvitalizador son:

·         Cada vez aparece más irritabilidad y pesimismo.
Este estado de ánimo puede llevar directamente a la depresión o la ansiedad y en algunos casos, incluso ataques de pánico. Una síntoma común es no dormir bien, lo cual nos hace más vulnerables a un estado ansioso.

·         Te sientes demotivado.
Si sientes una ausencia de entusiasmo por tu profesión, por tu relación sentimental o tus amigos, por actividades que antes te motivaban quiere decir que el agotamiento está afectando a tus reservas de energía. Esta situación es más seria de lo que puede parecer, porque aquí es donde comienzan los síntomas físicos.

·         Tu vida es un fracaso y nada tiene sentido.
Además de sentirse estancando y desesperanzado, esta encrucijada vital despierta incluso temor por las relaciones sociales. Se pierden las capacidades relacionales por la falta de energía para la interacción y la torpeza que el desgaste conlleva.

·         El cansancio es tan acusado que no te puedes concentrar.
Las investigaciones cognitivas han demostrado que se daña seriamente la capacidad de atención o de planificar. Esto revela que se está empezando a afectar el córtex prefrontal y por lo tanto las capacidades superiores del Ser Humano. Poco a poco, estas situaciones nos dirigen a un estado de mayor alerta, con una mayor preocupación por la supervivencia.

Si estás en un estado semejante, tu prioridad debe ser tu bienestar personal.

Es importante que busques ayuda si te sientes en cualquiera de estas situaciones. No le quites valor a esa situación  de baja calidad de vida y no caigas en la trampa de pensar que tú solo puedes sobrellevarlo. El diálogo interno nos puede jugar una mala pasada por la prepotencia de pensar que lo podremos controlar. En entros casos, podrá ser una sobrevaloración de nuestros recursos que pueden no ser suficientes para una nueva situación de injusticia inesperada. O tan sólo, por la inocencia del pensamiento mágico de que todo se va a arreglar solo. Cualquier cosa puede llegar a ocurrir si no se toma la conciencia adecuada. Consultar a un terapeuta de confianza, podría ayudarte a llegar a la causa de tus problemas y sentir apoyo en tu proceso. Cubrirte de una red social de confianza y permitirte expresar tus sentimientos proporcionarán sin duda una mejora en tu vida.