18 enero 2021

bioenergética: la teoría polivagal para una mejor resolución de nuestros traumas personales

 

Los primeros años de la infancia influyen mucho, pero no es menos cierto que las emociones de nuestra madre durante el embarazo también nos afectan. Y qué decir de la carga genética y las vivencias que arrastramos de nuestros ancestros. Lo que se vivió en nuestras familias y cómo se vivió sigue determinando lo que ahora creamos y cómo lo creamos desde nuestra libertad de acción y pensamiento. Somos una expresión anatómica y también espiritual en continua evolución, que engloba en nuestro presente todo lo que hemos sido hasta ahora.

La teoría polivagal surgió a partir de sorpresa en la investigación, como tantos descubrimientos que consigue el hombre cuando se deja sorprender por la Naturaleza. Stepehen Porges investigaba el comportamiento de la frecuencia cardiaca en los fetos humanos y en los recién nacidos. Quería comprender qué factores podían ser potencialmente letales. Era algo que tenía que ver con el funcionamiento del sistema nervioso autónomo (SNA). La paradoja que se le presentó fue la siguiente: cómo un nervio que sirve para dar resiliencia y mejor salud al bebé puede ser también el causante de su muerte. La respuesta a esa incongruencia es lo que dio luz a la teoría polivagal. Antes se pensaba que el SNA estaba formado por dos ramas neuronales, el nervio simpático y el nervio vago o parasimpático. Lo que Porges decubrió es que no solo había un nervio vago, sino que había dos nervios vagos, por eso el término polivagal. Uno era el que daba esa capacidad de reacción al estímulo al recién nacido, y el otro era el que le causaba la muerte. Con este planteamiento, el SNA pasaba a tener ahora tres nervios principales: el nervio simpático y dos nervios vagos. 

Los tres sistemas de funcionamiento del SNA y sus respectivos nervios: acercarme a mis semejantes cuando se percibe seguridad con ganas de socialización (nervio vago ventral); movilizarme para huir o enfrentarse a la situación estresante si fuera necesario (nervio simpático); y activar la inmovilización en situación de mucho riesgo para preservar la vida en una muerte fingida (nervio vago dorsal), claro está, con sus consecuencias posteriores a nivel emocional.

La razón por la que nuestro SNA sabe lo que tiene que hacer en cada momento es porque lleva aprendiendo de su entorno 500 millones de años. Según las investigaciones científicas, el nervio vago dorsal fue el primero en desarrollarse y surgió en esa época. La única respuesta que ofrecía este nervio ante la amenaza era la inmovilización para hacerse invisible. Hace 400 millones de años surgió el nervio simpático, un nervio más creativo a la hora de defenderse, pues a la anterior opción le sumaba ahora las estrategias de lucha y huida. Y finalmente, 200 millones de años después, se formó el nervio vago ventral, para ayudarnos a los mamíferos a sobrevivir de una forma aún más creativa todavía, a través de la convivencia.

La teoría polivagal nos enseña también que nuestro sistema nervioso autónomo tiene una estructura de funcionamiento que tiene que ver con la evolución del mismo. La última siempre será la más adaptativa y así, en nuestro caso, la última versión del SNA es la de los mamíferos, la que nos hace buscar la seguridad en el contacto con los demás. Las emociones eran una herramienta desarrollada en los mamíferos para ayudarnos a convivir, y eso es posible porque las emociones son algo que en realidad se manifiesta físicamente. Se reflejan sobre todo en la musculatura de la cara, pero también en el tono de voz que empleamos, o en nuestra postura corporal. Es por eso que este nervio vago ventral también está vinculado con los nervios faciales, esos que nos permiten sonreír, o los que regulan nuestro tono de voz para mostrar que estamos de buen humor y abiertos a conectar con los demás. ¿Por qué piensas que los bebés se sienten a gusto cuando les sonríes y les hablas cariñosamente? Pues porque su SNA detecta lo que es más importante para ellos en este momento: la seguridad y el cariño.

¿Qué ocurre cuando no estamos en un entorno amigable o percibimos una amenaza? En este caso utilizamos la versión anterior de nuestro sistema operativo, ese que nos prepara para la lucha o la huida como cuando te asustas por oír los ladridos de un perro. Nuestro cuerpo reacciona entonces físicamente a través de su nervio simpático, movilizando energía para salir de esa situación y volver lo antes posible a nuestro estado de calma y sociabilidad.

Pero no siempre tenemos los recursos necesarios para volver a ese estado de conexión y seguridad y entonces solo nos queda la versión más antigua de nuestro SNA: la de no hacer nada, la de inmovilización o de alejamiento de los otros. Como el típico estado apático o depresivo en el que no se tienen ganas de hacer nada y la persona se aísla por tristeza y desmotivación. En ese caso, nuestro SNA está desconectado de esa función reguladora que tiene el nervio ventral y nos cuesta más volver a recuperarnos. Normalmente es necesaria una acción exterior para que eso se dé, como por ejemplo, una llamada o una visita uno de un buen amigo.

En realidad, no es que funcione un único nervio a la vez. Cuando nuestro sistema ventral esta activado, lo que ocurre es que los tres nervios actúan cooperando y aportando cada uno de ellos sus principales funciones. El nervio simpático aportará esa energía movilizante que necesitamos para realizar nuestros objetivos y el nervio dorsal nos ayudará a realizar una buena digestión, o echarnos una buena siesta, por ejemplo.

Cuando hacemos la revisión de nuestras creencias limitantes en cualquier proceso de crecimiento personal, sea de autoanálisis o acompañado de un terapeuta, llegamos a momentos difíciles con recuerdos posiblemente traumáticos. Si entramos en el procesamiento más profundo observamos que alguna de las estrategias antes mencionadas estará con mayor presencia. Quizás encontramos un ambiente seguro y todo se recuerde con esperanza y alegría. Sin embargo, suele ocurrir que los mensajes no eran de apoyo o simplemente las figuras de apego no captaron la trascendencia de esa situación para nuestro niño y el trauma queda registrado en nuestro cuerpo, nuestra memoria. Puede aparecer con una sensación defensiva con una rabia acumulada por no haber sido capaz de hacer frente. O podría aparecer en una retirada constante, con un miedo que bloquea cualquier intento de solución. Todo ello, con una motivación de asegurar nuestra supervivencia aunque nuestra autoestima se viese afectada. El sistema nervioso tiene una buena intención pero no le acompañaron los recursos. Es por ello, que aceptar las condiciones familiares y poder aceptar finalmente a aquellos que no nos trataron como necesitábamos, nos conduce a una integración sanadora en busca de nuestros recursos personales en el presente y con la fuerza que aquí y ahora deseemos tener.   

17 septiembre 2020

humanista: lo que ocurre en nuestras células es otro espejo de nuestra relación con el entorno

 Actualmente, es bien sabido que la mente y el cuerpo reaccionan al unísono a los estímulos del entorno. De esta relación mente/cuerpo nace la medicina psicosomática, que se centra en el estudio de las interacciones entre los procesos psicológicos (mente) y la ocurrencia de ciertas enfermedades (cuerpo).

El psicólogo Robert Ader se dedicó a investigar cómo influyen ciertos procesos psicológicos y sus emociones en la salud, ya en 1974. Según Ader, hay una infinidad de modos en que el sistema nervioso central y sistema inmunológico se comunican.



Se está descubriendo que los mensajeros químicos que operan más ampliamente en el cerebro y en el sistema inmunológico son también aquellos que están más presentes en las zonas nerviosas que regulan la emoción. A cargo de estas investigaciones está el psicólogo David Felten. Él comenzó notando que las emociones ejercen un efecto poderoso en el sistema nervioso autónomo (SNA), que es el que regula funciones vitales del organismo. Detectó un punto de reunión en donde el SNA se comunica directamente con los linfocitos y los macrófagos, células del sistema inmunológico. Se descubrieron contactos semejantes a sinapsis, en los que las terminaciones nerviosas del SNA se apoyan directamente en estas células inmunológicas. Este contacto físico permite que las células nerviosas liberen neurotransmisores para regular estas células.

Otra vía clave que relaciona las emociones y el sistema inmunológico es la influencia de las hormonas que se liberan con el estrés. Las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y el cortisol, entre otras, obstaculizan la función de las células inmunológicas. Sabemos que el estrés anula la resistencia inmunológica, supuestamente en una conservación de energía que da prioridad a la emergencia más inmediata, que es una mayor presión para la supervivencia (Goleman, 1996).

En resumen, el sistema nervioso no sólo se conecta con el sistema inmunológico, sino que es esencial para la función inmunológica adecuada. Esto me parece fascinante y ha sido la causa de una nueva rama de la ciencia llamada Psiconeuroinmunoendocrinología


Basándose en esto, se ha establecido la hipótesis de que el estrés y las emociones negativas, como la ira, la ansiedad y la depresión, podían ser la causa de ciertas enfermedades. Las investigaciones no han arrojado datos clínicos suficientes como para establecer una relación causal, pero sí, se reconoce que, estas emociones, afectan la vulnerabilidad de las personas a contraer enfermedades. Se descubrió que las personas que experimentan ansiedad crónica, prolongados períodos de tristeza y pesimismo, tensión continua u hostilidad, cinismo o suspicacias implacables, tenían el doble de riesgo de contraer una enfermedad, incluidas asma, artritis, dolores de cabeza, úlceras pépticas y problemas cardíacos.

Asimismo, se investiga si las emociones positivas son beneficiosas a la hora de la recuperación de la enfermedad. La capacidad de estar de buen humor imprime sentido de perspectiva a nuestros problemas. Se sabe que los pesimistas descuidan su propia persona, fuman y beben más y hacen menos ejercicios que los optimistas, que son en general más descuidados con su salud. Podría resultar que la fisiología del optimismo es de cierta utilidad biológica para la lucha del organismo contra la enfermedad (Goleman, 1996). La risa brinda una liberación física de las tensiones acumuladas y por tanto se espera que todo aquello que logre que el hombre se mantenga emocionalmente estable y lejos de experiencias desagradables puede contribuir a que el sistema inmunológico funcione óptimamente (López, 1999).

Todas las emociones son buenas, mirándolas desde el papel adaptativo que juegan, sin embargo hoy se sabe que hay algunas que si se salen de los límites normales y se vuelven crónicas, pueden generar síntomas continuados como en el caso del estrés postraumático. El trabajo somático y terapéutico ayuda a reorganizar la experiencia, no sólo desde la comprensión mental sino también desde la química corporal y sus patrones de adaptación saludables.

En mi práctica profesional, el procesamiento ascendente desde la psicoterapia sensoriomotriz junto con el procesamiento descendente con un modelo psicoemocional, generan nuevas rutas metabólicas, emocionales y mentales hacia la salud integral del Ser Humano. De esta visión más holística, el cambio es más duradero y sobre todo, más sentido en el procesamiento. Cuando escuchamos todas nuestras partes por igual surge una mayor expansión de conciencia que sin duda, nos trae un profundo bienestar.

Siguiendo esta propuesta, la sensaciones y emociones asociadas a una situación difícil, tienen la misma importancia que las creencias asociadas y se rastrean ofreciendo un lugar común de integración. Según el impacto de la situación de conflicto se ofrecen diferentes recursos de apoyo y así, se realiza un trabajo más profundo en los tema de apego y quizás traumáticos de nuestra historia. Por ejemplo, la autoobservación de la ansiedad en el cuerpo permitiría procesar la vivencia para llegar a un discurso anclado en la memoria implicita. Desde esa memoria antigua surge la experiencia faltante que tanto aparece en nuestros patrones de repetición: parejas parecidas, jefes con el mismo perfíl, debilidades que parecen no superarse nunca... La toma de conciencia hablada desde esta presencia interna permite una integración con menos defensas y con una mayor durabilidad. Al fn y al cabo, cuando nuestra conciencia interior recibe lo que le faltó el sistema se relaja y la sanación sigue su curso natural, como el río que algún día llegará al mar.

15 mayo 2020

humanista: el trauma vicario puede pasar desapercibido

Cuando estamos expuestos a situaciones desagradables se agita inevitablemente nuestro estado interno apareciendo la tan conocida ansiedad o angustia. Sin embargo, aún no estando físicamente presente, nuestro cuerpo tiene la capacidad de registrar sensaciones similares, como si allí hubiese estado. Hay múltiples estudios que explican este fenómeno y no me voy a detener ahora, pero tiene que ver con nuestro sistema de conexión social humano y la estrategia de vinculación necesaria para la supervivencia.  


Aunque los desencadenantes sean poca importancia podrían también producir un efecto acumulativo si se va repitiendo en el tiempo. Pero cuando son de gran impacto, como una situación de alarma semejante a la actual pandemia, los efectos pueden ser realmente traumatizantes. A este fenómeno se le ha llamado fatiga por compasión o desgaste por empatía y aunque los términos reflejan muy bien el fenómeno, actualmente se le ha denominado trauma vicario.

Por lo tanto, el trauma vicario sería un desgaste emocional que afecta a los profesionales y voluntarios de la atención sanitaria y todas las personas que trabajan diariamente con el sufrimiento y la vulnerabilidad humana. En estos momentos podríamos decir que es una gran parte de la población afectada y a todos ellos se les debería considerar como víctimas secundarias.

Algunas señales psicológicas son:
-imágenes o pensamientos invasivos que aparecen en la mente sin control,
-problemas de concentración,
-sueño agitado,
-expectativas no realistas sobre mí mismo.

Entre las señales emocionales y relacionales podemos encontrar:

-desesperanza,
-aumentos de no poder tolerar emociones fuertes,
-rabia, repulsión, miedo,
-cambios de humor con agitación, impaciencia, sintiéndose necesitado,
-aislamiento,
-dificultad para separar el trabajo de la vida personal,
-sensación de estar desconectado de los demás, aunque exista comunicación,
-conductas adictivas.

Por último, en las sensaciones físicas encontramos:

-dolor recurrente de cabeza,
-problemas gastrointestinales,
-fatiga sin motivo claro.




Lo cierto es que por el hecho de estar sensibles al dolor del otro, cualquiera puede vivir o haber vivido estos síntomas y permanecer en un aturdimiento general, sin saber bien el porqué de los síntomas que se están viviendo.

¿Qué podemos hacer al sentir estos efectos?
Primero y muy importante, observa con atención y cariño hacia ti lo que hay y comunícalo. Habla con personas en quienes tienes confianza y nombra tus síntomas y emociones, dale valor y siéntete escuchado por quien te quiere. La meditación, la respiración o cualquier otra técnica que te ayuda a estar en el presente y en conciencia plena es un buen recurso. 
En cuanto reconozcas que los síntomas aumentan pídele a alguna persona cercana que esté atenta para registrar los signos más visibles y poder así estar más consciente de los cambios. Ojalá, tus compañeros de trabajo o tu jefe sean lo suficiente empáticos para entender que estás en riego y habla con ellos si necesitas apoyo emocional en las horas dedicadas a tu actividad profesional. 

Algunas herramientas son útiles de manera general y comentaré las que creo que han funcionado mejor a lo largo de mi experiencia en el acompañamiento. Sin embargo, es el ejercicio de escucha personal el que te llevará a encontrar tu recurso principal y sentir el control que necesitas hasta encontrar la solución. 

Escucha tu ritmo, elige y trátate mejor
RITMO: ¿actúo demasiado rápido? ¿este nivel de intensidad es cómodo para mí? ¿tengo espacios para reflexionar y recuperarme?
ELECCIÓN: ¿dónde estoy poniendo mi atención? ¿qué puedo soltar para sentirme más aliviado? ¿qué puedo pedir y no suelo hacer? ¿qué necesito aceptar que quizás me niegue a reconocerlo?
ESTIMA: ¿qué mensajes me doy continuamente? ¿puedo recordarme que soy lo suficientemente bueno en lo que hago y que no estoy fallando, solo me estoy cuidando? ¿estoy pasándolo muy mal por enfrentarme a esta situación ahora? ¿es realmente necesario que me posicione o estoy intentando salvar la situación?

Entra en coherencia cardíaca
Cuando te concentras en tu respiración ayudas a calmar tus reacciones corporales y creas un espacio de mejor comprensión de lo que te está ocurriendo. 
RESPIRACIÓN CENTRADA EN EL CORAZÓN: respira de manera fluida buscando equiparar el tiempo de inhalación con el de exhalación sin hacer pausas, en un ritmo continuo. Una vez que alcances un estado de conexión interna suficiente, visualiza que es a través de tu corazón desde donde respiras, ampliando el espacio en tu pecho. Finalmente, lleva a tu mente un momento de agrado y gratitud. Puedes pensar en un momento vivido con amigos, familia o pareja, pensar en el animal que amas y te acompaña, un momento de logro o simplemente respira con una sensación de amor. Sentirás un cambio interno, rastréalo. Todo cambio provoca una nueva fisiología, una nueva emocionalidad y también una nueva manera de pensar el mundo. Disfrútalo. 

08 marzo 2020

transpersonal: la meditación reduce la ansiedad con efectividad

Los niveles de ansiedad son altos desde hace unos años y no tan sólo en las grandes ciudades. Tampoco parece disminuir con el avance de técnicas mejoradas o nuevas técnicas terapéuticas para disminuir el estrés fisiológico y/o el estrés psicológico. Es realmente un tema crucial en nuestras vidas y sinceramente me lleva a pensar sobre el sentido de vivir en una situación continua de alerta. 

La respiración es sin duda el método más antiguo y eficaz para calmar la mente y entrar en un contacto más consciente con el cuerpo. Existen diferentes métodos de respiración y todos ellos consiguen una mayor tranquilidad interna, simplemente por el hecho de volver a estar en tí, en el momento presente y con lo más importe, contigo mismo. Existen diversos modos de llegar a esta práctica, como desde el yoga con sus diferentes técnicas de pranayama, el chi kung con una aproximación específica en cada estación del año, la respiración holotrópica con el objetivo de provocar una comprensión más amplia de la vida o la respiración consciente, que posee el poder de cambiar el estado de ánimo en unos minutos. En todas ellas se alcanza un estado sereno que predispone para profundizar en nosotros mismo, pero muy pocas veces nos animamos a ello. Por el modo de vida que hemos adoptado, una poco de relajación ya nos satisface para poder continuar con el quehacer de la vida con múltiples actividades.

Resultado de imagen de respiración diafragmática o abdominalEn la meditación es donde podemos encontrar el siguiente paso para estabilizar gradualmente la armonía dentro de nosotros y además, seguir provocando estados internos cada vez más adecuados a nosotros. Sólo en el contacto verdadero con uno mismo, podemos darnos cuenta de la necesidad real y de la manera de lograrlo. La respuesta aparece siempre que le permitimos el espacio para aparecer, pero para ello tenemos que cultivar el silencio interno.

Desde mi propia experiencia, la Meditación Trascendental (MT) es la vía más sencilla y de mayor profundidad que he experimentado. En todos los métodos de meditación se logra un mejor contacto consigo mismo, sin embargo la MT provoca un efecto en la mente que como su nombre indica, se trasciende a sí misma y consigue un efecto más amplio y profundo en la actividad mental. La investigación sobre la MT es muy extensa y variada, con lo cual podemos corroborar sus efectos fisiológicos, anímicos y psicológicos. Aunque de todas maneras, la sensación de plenitud a la que se llega progresivamente es ya una buena motivación para mantener la práctica. Brevemente, fue desarrollada y difundida en el mundo por el maestro hindú Maharishi y en Estados Unidos de la mano del director de cine David Lynch creando una fundación para la Eduación basada en la Conciencia ( http://fundaciondavidlynch.org/ ).
A continuación, el video muestra una pequeña explicación de los efectos de la MT de mano del psiquiatra Norman Rosenthal que ha contribuído a su investigación y difusión.


La ansiedad, en algunas ocasiones, es fácil de asociar a un incidente y hasta que no se integra realmente el suceso permanece avisándonos de su emergencia. Pero en otras situaciones, aparece de una manera generalizada, continua y sin una razón evidente. En cualquier caso, el desgaste físico es muy alto y los sistemas orgánicos sufren sin una necesidad real. Un suceso de la cotidianeidad no es traumático por ocurrir de manera inesperada, sino por el tiempo que ocupa en nuestras vidas. Es aquí donde radica la importancia de conocernos a nosotros mismos y poder relativizar en función de nuestras tendencias vitales. 

Durante los minutos de meditación, el cuerpo va lentamente entrando en una nueva vivencia. No siempre se calma desde el inicio ya que la mente luchará por permanecer activa, pero ofreciendo el tiempo suficiente, la mente se va refinando hasta llegar a estados más profundos y de mayor quietud. En este punto, se fomenta una comprensión más amplia de los sucesos, una mayor compasión de las situaciones, un autocuidado consciente, nuevas conexiones neurológicas y un metabolismo basal que alarga nuestros días. Todo es beneficio cuando se confía en la propia capacidad de encontrar el camino interior, aunque sólo sea para estar más en calma en estos días de aceleración sin un sentido verdadero.




30 diciembre 2019

bioenergética: el apoyo de la craneosacral a la integración en psicoterapia


La terapia craneosacral es una técnica que comenzó a estudiarse a principios del siglo XX. Durante un par de décadas se realizaron multitud de experimentos y pruebas hasta desarrollar un sistema basado en la palpación con el que podía examinar y tratar dolencias a través de los huesos del cráneo. Actualmente se emplea con éxito en migrañas, estrés o ansiedad, por mencionar algunas de los casos recomendados.

Posteriormente, en 1970, el cirujano Jhon E. Upledger durante una operación de cuello observó un movimiento rítmico en el tejido membranoso. Tras una labor de investigación, sobre un tema del que apenas existía documentación previa, llegó a la conclusión de que ese pulso provenía de la duramadre espinal. Se le denominó Impulso Rítmico Craneal (IRC). Combinó así sus descubrimientos con los datos obtenidos por su antecesor y creador de la técnica, el Dr. Shuterland. En 1975 y al frente de un equipo de médicos, biofísicos y anatomistas, pudo demostrar científicamente el funcionamiento de esta terapia.  

A grandes rasgos, un cuerpo humano está compuesto por esqueleto, músculos y órganos. Tanto los músculos como los órganos se hayan envueltos en una fina bolsita membranosa, como si estuvieran recubiertos por una especie de film transparente, lo que se conoce como fascia. Por lo tanto, si eliminamos los tres componentes básicos –huesos, músculos y órganos–, nos quedaría un humano compuesto por bolsitas de film transparente. Estas fascias que recubren todo el cuerpo están en contacto unas con otras, y por lo tanto cualquier cambio se transmite rápidamente entre las membranas.


Con esta premisa, la teoría del sistema craneosacral es que el IRC se propaga ya no solo por la duramadre, sino por todo el entramado de fascias, y que la carga de información del IRC es recíproca. ¿Esto qué quiere decir? Pues básicamente que todo lo que le ocurra al organismo repercutirá en ese ritmo del líquido que envuelve al cerebro y la médula espinal y que al trabajar sobre ese pulso rítmico también cambiarán las demás estructuras del cuerpo. No es maravilloso!

De esta forma el terapeuta puede sentir, con la simple imposición de manos en la cabeza de un paciente, una contractura en el músculo dorsal o llegar a intuir una congestión en el vientre. Pero no solamente son percibidas las alteraciones meramente físicas, la terapia craneosacral va todavía más lejos y percibe también alteraciones psíquicas.
Por lo tanto, todo, absolutamente todo lo que le ocurre a un ser humano, ya sea de origen físico o psicológico, queda registrado en el IRC, y puede ser sanado a través de la colocación y manipulación de las manos expertas sobre el cráneo del paciente.



Durante el proceso de psicoterapia la psique moviliza las experiencias vividas junto a un procesamiento emocional vinculado a esas experiencias. Todo ello se transmite a lo largo y ancho de nuestro cuerpo y si en alguna zona no llegase, o bien si todo el cuerpo está disociado, nos indica precisamente donde poder intervenir con las terapias manuales para ayudar en la integración final de la terapia. Cualquier emoción sentida se transmite como una onda por un cuerpo compuesto de un 70% de líquido y es desde este líquido corporal que podemos seguir trabajando. A día de hoy sabemos que el líquido cefalorraquídeo no sólo se encuentra dentro del cráneo y columna, sino que llega hasta las puntas de nuestros dedos. Por ello, la anomalía en un órgano o la tensión muscular pueden servir de puerta para poder completar el procesamiento de la situación de conflicto vivida por el paciente.

Una experiencia traumática trabajada en la consulta provocará obviamente una reverberación en todo el organismo, que quizás ya estaba registrada en la memoria corporal desde su origen. Por ello, después del trabajo psicoemocional es de una gran ayuda escuchar lo que el cuerpo tiene que decir para la asimilación completa. El trabajo desde la Biodinámica Craneosacral permite tanto la integración de lo expresado con palabras como una verbalización más consciente en las siguientes sesiones. He podido constatarlo en casos de trauma corporal, como la bulimia nerviosa o simplemente de un guión de vida de fracaso, donde el trabajo sobre la autoestima del paciente comienza a transformar todo su Ser con el trabajo integrado de psicoterapia y craneosacral. Es como entrar en una danza entre palabra y sensación.



Si te interesa profundizar en la comprensión de la terapia Craneosacral, te recomiendo la charla de Michel Laloux que ha estudiado durante años la repercusión de los focos de tensión a nivel cerebral combinado con los estudios del Dr. Hammer.


11 noviembre 2019

sistémica: una mirada más amplia, una satisfacción más inclusiva


¿Alguna vez has pensado “esta persona es tóxica para mí”? ¿o quizás te decías “este compañero no sabe trabajar en equipo, va a la suya”? ¿Incluso te has sorprendido diciendo “este director no es claro y lo está complicando cada vez más”? Desafortunadamente, es más común de lo que parece y en muchas ocasiones lo miramos desde el individuo y no desde el equipo en su conjunto.

Como decía, la mirada suele dirigirse hacia la persona en concreto para mejorar el ambiente de trabajo. Es decir, el análisis más o menos exhaustivo de la persona que provoca el conflicto para ver si encaja o qué debería cambiar y en el mejor de los casos, la relación que tiene con el resto del equipo. La mirada sistémica nos propone mirar al grupo desde el inicio y observar los patrones de relación para entenderlos con más profundidad y realizar, en la medida de lo posible, los cambios más positivos para un mejor funcionamiento interpersonal. En muchas ocasiones nos guiamos por lo que vemos y descartamos lo que no se muestra; esta parte oculta precisamente, puede ser la clave para comprender los comportamientos recurrentes.

Cuando miramos individuo a individuo estamos perdiendo mucha información valiosa como, por ejemplo: qué relación hay entre ellos, cómo se escuchan, comunican y respetan. Una de las claves es averiguar si los diferentes integrantes del equipo persiguen un objetivo común por encima del beneficio individual, en definitiva, si funcionan como equipo. En la mayoría de los grupos humanos de relación laboral, esta última es la principal causa de fragmentación y pérdida de energía diaria. En consecuencia, la motivación desciende y aparecen los conflictos que pueden acabar en pérdidas humanas importantes.

Para adoptar esta mirada hay que reeducar la observación. Podemos hacernos preguntas como las siguientes:

  •  ¿con qué frecuencia hablan e interactúan? ¿existen tensiones?
  • Si llega a ocurrir un desencuentro en el equipo, ¿por qué hay personas que no intervienen y lo permiten? ¿qué puede faltar en el equipo para que una mejor gestión de las relaciones ocurra?
  •  ¿Se persigue un objetivo común?
  • ¿dónde recae el poder? ¿existe un buen liderazgo?
  • ¿hay distancia física o se evita el contacto visual entre algunos miembros?


Por otro lado, si te ves dentro de una red tóxica de relaciones es también importante observar las creencias que tienes sobre ti, sobre las personas y sobre el mundo que te rodea. Estas creencias influyen en gran medida en tu comportamiento favoreciendo determinadas conductas o bien inhibiendo ciertas actitudes. Es importante creer lo que sea útil y beneficioso para ti, ya que tus creencias determinarán tu realidad. Pero este tema ya lo hemos hablado en otras emergencias del blog.



Del autoanálisis y de un análisis sistémico se puede llegar a evidenciar un conflicto grupal con más conciencia y que el beneficio revierta en todos los integrantes. De esta manera, el mantenimiento de las relaciones saludables también será más prolongado y deseado.

“Los acontecimientos anteriores en un grupo y los sentimientos ligados a ellos están almacenados en un memoria colectiva”   Bert Hellinger

 “Si todo lo tomas personalmente, vivirás ofendido la mayor parte de tu vida. Recuerda que las personas no te hacen cosas: las personas hacen cosas y tú decides si te afectan o no”    Antoine de Saint-Exupéry

04 noviembre 2019

humanista: la desesperanza se disuelve tomando conciencia


El agotamiento psicológico es un estado de cansancio, donde la ansiedad crece de manera progresiva. Desgraciadamente, es un estado habitual hoy en día y con unas consecuencias devastadoras si se prolonga en el tiempo. No se trata solamente de un colapso mental, sino de un estado vital en el cual las emociones resultan abrumadoras y el cuerpo comienza también a agotarse, generando síntomas en cascada si no se toman medidas a tiempo.

Si alguna vez has pasado por un período prolongado de estrés, entenderás rápidamente estas palabras. La situación estresante puede deberse a la demanda de trabajo, a una relación de pareja o una crisis existencial importante en tu vida, todo de hecho es importante ya que si no fuera así, no lo estaríamos viviendo. Sin embargo, la manera de vivirlo es lo que acaba por derrumbar los cimientos internos, si no se escuchan las señales a tiempo.

Estar agotado emocionalmente significa sentirse impotente hacia el presente. No se puede pensar ni sentir correctamente, posiblemente el cuerpo tampoco coordine bien si se abandona el ejercicio diario en estos momentos. Es como si se viviese en piloto automático, como si la vida no te perteneciera. Puede parecer incluso que la vida no importa, nada más lejos de la realidad; sin embargo desconcierta tanto (bajo una hipersensibilidad o insensibilidad activada dependiendo de la estructura de personalidad) que se actúa como si todo fuera impuesto y además con la rabia subyacente de seguir haciéndolo.

El agotamiento emocional es más amplio que una mala época. Acumula una vivencia de frustración, baja motivación, impotencia y desesperanza que no se sabe por donde agarrar. De hecho, podría ser un componente o un precursor del agotamiento mental, en función de la persona y la situación. Todos tenemos un límite en cuanto a la complejidad que se puede manejar y es muy importante conocerlo con la mayor agudeza y detalle posible. Así cuando nos encontremos en los niveles de estrés que comienzan a afectar nuestra salud psicosocial, podremos tomar alguna decisión consciente al respecto.

Algunos indicadores para evitar caer en este abismo desvitalizador son:

·         Cada vez aparece más irritabilidad y pesimismo.
Este estado de ánimo puede llevar directamente a la depresión o la ansiedad y en algunos casos, incluso ataques de pánico. Una síntoma común es no dormir bien, lo cual nos hace más vulnerables a un estado ansioso.

·         Te sientes demotivado.
Si sientes una ausencia de entusiasmo por tu profesión, por tu relación sentimental o tus amigos, por actividades que antes te motivaban quiere decir que el agotamiento está afectando a tus reservas de energía. Esta situación es más seria de lo que puede parecer, porque aquí es donde comienzan los síntomas físicos.

·         Tu vida es un fracaso y nada tiene sentido.
Además de sentirse estancando y desesperanzado, esta encrucijada vital despierta incluso temor por las relaciones sociales. Se pierden las capacidades relacionales por la falta de energía para la interacción y la torpeza que el desgaste conlleva.

·         El cansancio es tan acusado que no te puedes concentrar.
Las investigaciones cognitivas han demostrado que se daña seriamente la capacidad de atención o de planificar. Esto revela que se está empezando a afectar el córtex prefrontal y por lo tanto las capacidades superiores del Ser Humano. Poco a poco, estas situaciones nos dirigen a un estado de mayor alerta, con una mayor preocupación por la supervivencia.

Si estás en un estado semejante, tu prioridad debe ser tu bienestar personal.

Es importante que busques ayuda si te sientes en cualquiera de estas situaciones. No le quites valor a esa situación  de baja calidad de vida y no caigas en la trampa de pensar que tú solo puedes sobrellevarlo. El diálogo interno nos puede jugar una mala pasada por la prepotencia de pensar que lo podremos controlar. En entros casos, podrá ser una sobrevaloración de nuestros recursos que pueden no ser suficientes para una nueva situación de injusticia inesperada. O tan sólo, por la inocencia del pensamiento mágico de que todo se va a arreglar solo. Cualquier cosa puede llegar a ocurrir si no se toma la conciencia adecuada. Consultar a un terapeuta de confianza, podría ayudarte a llegar a la causa de tus problemas y sentir apoyo en tu proceso. Cubrirte de una red social de confianza y permitirte expresar tus sentimientos proporcionarán sin duda una mejora en tu vida.