Todos
tenemos malos días, e incluso semanas, en los que caemos en la apatía o la indiferencia. La diferencia entre una vida feliz e infeliz radica en la
frecuencia y el tiempo que nos quedamos ahí.
Los que nos dedicamos a orientar sobre la felicidad, o
al menos sobre la no infelicidad, podemos estar de acuerdo en las siete
cualidades siguientes que comparten las personas con tendencias recurrentes a la
infelicidad:
1. Piensan por defecto que la vida es dura.
La gente feliz
sabe que la vida puede ser dura y suelen enfrentarse a los momentos
difíciles con una actitud de curiosidad en vez de victimismo. Se hacen
responsables de haberse metido en un lío y se concentran en salir de ahí
lo antes posible. La
perseverancia ante la resolución de problemas -en lugar de quejarse por
las circunstancias- es un síntoma de una persona feliz. Las personas
infelices se ven como víctimas de la vida y se atascan en la actitud de "mira lo que me ha pasado" en vez de buscar una salida al otro lado.
2. Creen que no se puede confiar en la mayoría de la gente.
2. Creen que no se puede confiar en la mayoría de la gente.
La mayoría de
las personas felices confían en sus compañeros. Creen en la bondad de la
gente; no consideran que todo el mundo tiene intención de pillarlos. En
general, la gente feliz se muestra abierta y simpática con las personas
que conocen y desarrollan un sentido de comunidad a su alrededor. Los
infelices desconfían de la mayoría de personas que conocen y piensan que
no se puede confiar en los desconocidos. Por desgracia, este
comportamiento va cerrando poco a poco la puerta a cualquier conexión
con el mundo más allá de su círculo interno e impide cualquier
oportunidad de hacer nuevos amigos.
3. Se concentran en lo que va mal, no en lo que va bien.
3. Se concentran en lo que va mal, no en lo que va bien.
En este mundo y
en este instante hay muchas cosas que van mal, son injustas e
intolerables. A las personas felices esto les "envenena la sangre", les
produce rabia, a las infelices las sume en la melancolía y la
desesperación, pero sobre todo en la creencia de que nada puede
cambiar. La
gente feliz es consciente de los problemas del mundo, pero equilibran
su preocupación con el conocimiento de lo que va bien., a las infelices
las puedes ver de lejos, quejándose y respondiendo "sí, pero..." a cualquier aspecto positivo de nuestro mundo.
4. Se comparan con otros por envidia.
4. Se comparan con otros por envidia.
Una persona
infeliz piensa que la buena suerte de los demás les está robando la
suya. Creen que no hay suficientes cosas buenas y siempre comparan lo
suyo con lo de los demás. Esto lleva a los celos y al resentimiento.Las
personas felices saben que su buena suerte y sus circunstancias son
simplemente signos de aquello a lo que pueden aspirar a conseguir. Los
felices creen que poseen un plan de acción único que nadie puede
duplicar ni robar. Creen en posibilidades ilimitadas y no se desaniman
pensando que la buena suerte de alguien limita sus resultados en la
vida.
5. Ansían controlar su vida.
Las personas
infelices tienden a microgestionar sus esfuerzos por controlar todos los
resultados y se derrumban cuando la vida les destroza su plan. La gente
feliz también se concentra, pero tienen la capacidad de dejarse llevar y
no desmoronarse cuando se llevan un chasco.
La clave es
centrarse en los objetivos, pero dejar espacio para que ocurra lo peor
sin derrumbarse. Hasta los mejores planes se desvían. Cuando algo sale
mal, la gente feliz tiene un plan B: seguir la corriente.
6. Piensan en el futuro con miedo y preocupación.
La gente infeliz tiene la cabeza llena de pensamientos negativos y no da una oportunidad a lo que podría salir bien.
Las personas
felices tienen una dosis saludable de delirio y se permiten soñar
despiertos con lo que les gustaría que la vida les sorprendiera. Las
personas infelices tienen la mente repleta de miedos y preocupaciones
constantes.
La gente feliz
experimenta miedo y preocupación, pero existe una gran diferencia entre
sentirlo y vivirlo. Cuando el miedo llega al pensamiento de una persona
feliz, ésta busca qué puede hacer para evitar que ocurra lo que le
preocupa (de nuevo, la idea de responsabilidad). Si no está en su mano,
se dan cuenta de que el miedo se está apoderando, y lo aparcan.
7. Siempre hablan de cotilleos y quejas.
A las personas
infelices les gusta vivir en el pasado. Lo que les pasa, los problemas,
son sus temas preferidos de conversación. Cuando se les acaban las
cosas que decir, se pasan a hablar y cotillear sobre la vida de otras
personas.
Blas Ramón. Experto en psicología de la salud y medicina psicosomática